Perspectivas de crecimiento económico sostenible: oportunidades en medio de los desafíos persistentes
La cuarta revolución industrial ha venido a ofrecer una nueva oportunidad para enfrentar los desafíos de ALyC, y lograr una región más inclusiva y justa. En particular, la adopción de tecnologías de la industria 4.0 (inteligencia artificial, internet de las cosas, etc.) y el desarrollo de talentos digitales pueden impactar favorablemente la productividad, fomentar una mayor integración regional, crear empleos de calidad y reducir las brechas sociales y de género. Si bien es cierto que la automatización también puede reducir las ventajas del acceso a mano de obra barata en la región, existe un trade-off potencialmente beneficioso en la medida en que las nuevas tecnologías digitales abren espacio para nuevos empleos y reducen los costos de coordinación, monitoreo y comercio. Específicamente, la digitalización de nuestras economías promueve la descentralización de la producción y la conformación de cadenas de valor, así como la diversificación de los servicios que se comercian dentro y fuera de la región.
La visión tradicional y preponderante del desarrollo de la región consideraba que el verdadero camino hacia el crecimiento económico pasaba por una transformación estructural que implicaba una transición de la agricultura a la industria manufacturera. Bajo esta mirada, el camino del desarrollo de ALyC debía plantearse como un proceso secuencial y gradual de inversiones en habilidades y tecnología que facilitaran el tránsito de nuestras economías a través de las etapas previamente recorridas por las naciones desarrolladas (Lin, 2011; Kuznets, 1966). Sin embargo, el contexto actual ofrece la posibilidad de saltar etapas, o leap-frogging según la terminología en inglés, como una vía para lograr el crecimiento en naciones de ingresos bajos y medianos.
La experiencia de otras regiones del mundo ha venido a enseñarnos que esto es posible. Uno de los mejores ejemplos es la inversión en telefonía móvil como sustituta de las líneas fijas. Países como la India, Ghana y Nigeria prácticamente obviaron la adopción de líneas de telefonía fija, evitando así construir una infraestructura extensa de redes1. Otros como China frenaron la expansión de las líneas fijas y se abocaron a expandir su red de telecomunicaciones móviles. El crecimiento explosivo de la tecnología móvil ha permitido impulsar otros sectores como, por ejemplo, el comercio electrónico y los servicios financieros digitales. En países como Kenia, Ghana y Nigeria, el acceso masivo a la telefonía móvil propició la innovación en el sector financiero a través de la provisión de servicios de dinero móvil y pagos digitales (M-Pesa, MoMo, o eTranzact). La adopción de estos servicios desencadenó otro salto de etapas, pues esta nueva tecnología facilitó la inclusión financiera de hogares previamente excluidos sin necesidad de abrir una cuenta bancaria tradicional.China brinda otro ejemplo de salto de etapas en su sistema de pagos, prácticamente obviando el uso de tarjetas bancarizadas y pasando directamente del efectivo a las billeteras digitales (Alipay y WeChat Pay)2. Otro ejemplo de leap-frogging proviene de la región. En Brasil, varias zonas rurales han pasado directamente de tecnologías más antiguas, como Ethernet, a conexiones satelitales sin necesidad de desplegar costosas infraestructuras de fibra óptica. Este salto tecnológico ha sido clave para cerrar la brecha digital en un país con vastas áreas geográficas de difícil acceso3.
En el caso de los países de bajos ingresos, el leap-frogging ofrece la oportunidad de aprovechar las nuevas tecnologías para abordar las brechas de desarrollo existentes y estimular el crecimiento económico. La adopción de tecnología puede facilitar, también, la inclusión de poblaciones con acceso limitado a infraestructura y servicios. En el caso de los países de ingresos medianos, el salto de etapas brinda una potencial salida a la trampa de los ingresos medios, aquella por la cual se estanca el desarrollo económico de una nación, al permitir que los países avancen rápidamente a una economía basada en el conocimiento y construida sobre servicios digitales y producción de alto valor agregado.
América Latina necesita hacer mucho trabajo para mejorar la inclusión financiera. ¿Qué se puede hacer? […] políticas de digitalización, una mayor cantidad de microfinanzas sensatas y una evaluación de riesgos más avanzada, permitirían a los bancos ampliar la base de a quién prestan.
Con base en entrevista a Carmen Reinhart
ALyC debería hacer las inversiones necesarias para apuntalar las tecnologías de la cuarta revolución industrial. Esto nos permitiría pasar de la industria tradicional a la industria moderna acelerando el nivel de desarrollo, la creación de riqueza y la transformación digital en la etapa pospandemia. En particular, un estudio reciente para África propone acciones que son cruciales para facilitar el salto de etapas (Blimpo et al., 2017). Primero, es fundamental contar con el ecosistema regulatorio adecuado (ver recuadro 5.1). Segundo, la innovación implementada debe tener el potencial de ser escalada. Tercero, el sector público debe priorizar la adquisición de habilidades y, cuarto, se debe fomentar la inversión en I&D para adaptar la tecnología al contexto local.
Construir una visión de futuro que permita a ALyC evitar etapas intermedias en su desarrollo, requiere identificar de manera urgente sectores clave en los cuales el uso de la tecnología pueda acelerar la transición de una industria tradicional a una moderna. Además de agilizar la creación de riqueza, esto también elevaría los niveles de desarrollo en la región. Un componente esencial de esta estrategia implica maximizar las ventajas naturales de la región: la producción de materias primas y la abundancia relativa de mano de obra poco calificada. La tecnología, en este contexto, se presenta como un catalizador que puede transformar esos recursos en fuentes de riqueza sostenida.
Dos acciones son indispensables. La primera, impulsar un sector agrícola moderno que capitalice las ventajas comparativas derivadas del capital natural de la región. El uso de tecnologías avanzadas en la agricultura permitirá mejorar la productividad y la sostenibilidad, maximizando el potencial existente en la región.
La segunda, se necesita una nueva política industrial frente al reto de la digitalización y su impacto en los mercados laborales, que integre al sector de servicios no transables. Este sector, caracterizado por la informalidad y baja productividad, será fundamental para absorber la mano de obra poco calificada que podría ser desplazada por la automatización y la digitalización de algunos procesos.
Estas rutas de crecimiento son complementarias a la industrialización y la especialización de ciertos países en la exportación de servicios transables, como los financieros o de información. Así pues, resulta esencial que el sector manufacturero de la región considere la biodiversidad y los ecosistemas no únicamente como activos naturales, sino también como fuentes de riqueza, particularmente en el contexto de la transición energética. Por otro lado, ALyC debe encontrar la forma de integrarse mejor en las cadenas globales de valor (CGV), bien sea a través de mejoras que se reflejen en la simplificación de trámites y procesos, o mediante inversiones en sectores claves que tengan una mayor proyección de inserción. Entre estos, aparecen como alternativas los servicios transables modernos o los insumos asociados a la transición energética.
Una estrategia integral como la que se plantea puede posicionar a la región como un actor clave en la economía global, aprovechando al máximo sus recursos naturales y humanos.
Recuadro 5.1 Sistemas de pago móvil y banca digital en ALyC
Las barreras para la adopción de sistemas de pago móvil y banca digital en ALyC están fuertemente influenciadas por un ecosistema regulatorio que, en muchos casos, no se ha adaptado lo suficientemente rápido a la vertiginosa evolución tecnológica. La fragmentación de las normativas a nivel regional y nacional pueden dificultar la implementación de soluciones de pago innovadoras, generando incertidumbre entre los proveedores de servicios financieros y los consumidores. Además, las regulaciones estrictas en materia de identificación y verificación de clientes, aunque necesarias para prevenir el lavado de dinero y el fraude, pueden actuar como obstáculos para la inclusión financiera, ya que muchos usuarios potenciales no cuentan con la documentación requerida para acceder a estos servicios.
La falta de una regulación armonizada entre los países es una restricción clave en la expansión de los servicios fintech y los sistemas de pago digital. Cada país tiene su propio marco regulatorio, lo que crea un entorno fragmentado que dificulta la estandarización de los métodos de pago y la interoperabilidad de servicios. Esto lleva a las empresas a tener que adaptarse a una norma distinta en cada país, lo que dificulta la expansión y la implementación de soluciones innovadoras a nivel regional. En algunos casos existen vacíos legales alrededor de ciertas tecnologías. Tal es el caso de las billeteras digitales en Perú. Durante muchos años, el marco regulatorio en ese país no contemplaba de manera específica el funcionamiento y la regulación de las billeteras digitales. Esto generó incertidumbre para las empresas fintech y para los usuarios, quienes no tenían claridad sobre cómo operar legalmente en este espacio. A falta de una regulación adecuada, muchas empresas se mostraron reticentes a invertir en el desarrollo de este tipo de soluciones.
Otros países de la región han creado entornos regulatorios más favorables para la adopción de pagos digitales. Por ejemplo, Brasil ha implementado PIX, un sistema de pagos instantáneos que permite transferencias rápidas y seguras a través de dispositivos móviles, impulsado por el Banco Central de Brasil. Este sistema permitió que aumentara la adopción de pagos digitales al eliminar las comisiones altas y facilitar el acceso a una amplia gama de usuarios. De manera similar, México ha promovido el uso de la banca móvil y los pagos digitales a través de iniciativas como CoDi (cobro digital), que facilita pagos electrónicos utilizando códigos QR y está respaldado por el Gobierno.
A pesar de estos avances, todavía existen desafíos significativos que deben abordarse. La falta de infraestructura digital adecuada en áreas rurales y menos desarrolladas, así como el bajo nivel de alfabetización digital y financiero entre ciertos segmentos de la población, limitan el potencial de los sistemas de pago móvil y la banca digital. Además, las tensiones entre las entidades tradicionales del sistema financiero y las fintech también pueden complicar el panorama regulatorio, generando resistencia al cambio y la innovación. Por lo tanto, es fundamental que los Gobiernos trabajen en conjunto con el sector privado para crear marcos regulatorios que fomenten la colaboración y la innovación, permitiendo que los beneficios de los pagos digitales sean accesibles para todos los ciudadanos en ALyC.
Dos ejemplos de buenas prácticas son Brasil y Costa Rica, donde los respectivos bancos centrales han adoptado un rol activo más allá de la administración y supervisión del sistema nacional de pagos mediante la provisión de una infraestructura y unos estándares comunes para los agentes del ecosistema (Herrera et al., 2024).
Promover el desarrollo de un sector agrícola moderno
Hasta hace algunas décadas, la expansión de los ingresos nacionales basados en la exportación de materias primas se percibía como limitada e incapaz de ayudar a la región a dar el salto hacia una senda de crecimiento sostenido. Si bien persiste la agricultura de subsistencia, ALyC tiene una creciente importancia como proveedor de alimentos al resto del mundo. En los últimos años, la región sobresale por el alto superávit comercial de alimentos, significativamente mayor al de cualquier otra en el mundo. Esto se refleja en la alta participación que tienen las exportaciones agrícolas en las exportaciones totales de ALyC. En 2023, un 21 % de las exportaciones de ALyC provinieron de productos agrícolas. Para el conjunto de países de la OCDE, analizando el mismo período, este valor fue de apenas un 7 %. Y para los países en la matriz BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) el porcentaje de productos agrícolas fue de solo 6 % en 2023. Vale la pena resaltar que estos datos están guiados por el comportamiento de la matriz de exportaciones de América Latina, pues la matriz del Caribe se destaca por el peso que tienen las exportaciones de servicios, impulsado en gran parte por la preponderancia del turismo.
Gráfico 5.1 Composición de exportaciones de ALyC, 2023
En la actualidad, la agricultura es un sector moderno que se presenta como una gran oportunidad para la región. Aún con diversos grados de heterogeneidad dentro y entre países, encontramos un sector que ha venido innovando y que se apoya en métodos de producción avanzados, gracias a la utilización de drones, imágenes satelitales, agricultura de precisión y genética de vanguardia. El agro moderno cuenta con la capacidad de responder con rapidez, tanto a las cambiantes normas impuestas por los grandes compradores –centros de procesamiento de alimentos y los supermercados– como a los exigentes requisitos de los consumidores. Con la introducción de los avances tecnológicos se desbloquean ganancias de productividad importantes, que se vuelven aún más relevantes bajo las presiones que las acciones de mitigación exigen en cuanto al uso de la tierra en ALyC. Esta innovación en el sector será fundamental también en la adaptación al cambio climático. Tecnologías como el riego por goteo y los cultivos genéticamente modificados resistentes a estrés hídrico, cambio de temperaturas y plagas, contribuyen a maximizar el aprovechamiento de tierras cultivables y recursos hídricos (Brassiolo et al., 2023).
Para fortalecer el rol de la agricultura como motor de crecimiento económico es necesaria la transformación vertical del sector para que emplee a más trabajadores en empresas más productivas y se inserte mejor en las cadenas de suministro globales. Estos objetivos implican promover colaboraciones público-privadas y una mayor inversión en innovación, así como procesos más sofisticados y productivos (Ghezzi et al., 2022). Asimismo, este proceso de transformación de la agricultura debe incorporar la noción de sustentabilidad, sobre todo en un contexto en el que el grueso de las emisiones de la región proviene de la actividad agropecuaria (Brassiolo et al., 2023).
Promover mejoras de productividad en el sector de servicios no transables
La industrialización ha sido el principal motor del crecimiento económico moderno. En los países en vías de desarrollo, la manufactura ofrecía la ventaja de emplear trabajadores con un bajo nivel de calificación. Sin embargo, la industria manufacturera de hoy tiende a innovar mediante trabajadores con elevadas habilidades, lo que reduce la demanda de aquellos con bajos niveles educativos. La automatización ha acelerado esta tendencia. Hoy está en jaque la ventaja que solían tener las economías en desarrollo en términos de la abundancia relativa de mano de obra no calificada. Esta nueva realidad obliga a la industria de servicios a convertirse en el sector que absorba la mayor parte de esa mano de obra desplazada, particularmente aquella no calificada (Rodrik y Sandhu, 2024; Nayyar et al., 2021).
Al perfilarse los servicios como la fuente principal de nuevos empleos para la mano de obra poco calificada, las acciones de política industrial tienen que reorientarse para generar amplias mejoras de productividad en este sector de la economía. Esta es la única manera en que se podrán generar incrementos sustanciales de los ingresos agregados. Los incrementos en la productividad son también centrales en la agenda de equidad, pues el único medio sostenible para sacar a la gente de la pobreza es mediante empleos bien remunerados (Rodrik y Stiglitz, 2024). Esta realidad es particularmente importante si se considera que aproximadamente el 80 % de los ingresos totales de los hogares de ALyC provienen de ingresos laborales (Rodríguez Castelán et al., 2016).
En algunos países como India y Filipinas, se han creado industrias de servicios transables que suelen ser intensivas en habilidades, como es el caso de los servicios de tecnologías de la información, servicios financieros y terciarización de procesos de negocios. En esos sectores las mejoras en productividad pueden ser muy dinámicas, pero no son ellos los que van a absorber la mayor cantidad de mano de obra disponible (Nayyar y Vargas da Cruz, 2018). Desde el punto de vista del desarrollo, los servicios transables enfrentan la misma desventaja que las empresas manufactureras orientadas a las cadenas de valor globales: tienen un potencial limitado para generar grandes cantidades de empleo para la abundante mano de obra poco calificada.
El sector informal es el mayor empleador en América Latina y el Caribe. Los empleos disponibles provienen de micro y pequeñas empresas o de trabajadores independientes. Para contribuir a un incremento generalizado de la productividad, el reto consiste en gestar mejoras de productividad en los sectores que ofrecen servicios típicamente no transables y que absorben mucha mano de obra poco calificada, como los vinculados al comercio minorista y servicios de cuidado (Rodrik y Stiglitz, 2024). Estos sectores, que en nuestra región incorporan abundante mano de obra informal, registran bajos niveles de productividad y nunca han sido un objetivo específico de políticas de desarrollo productivo en la región. Si bien es cierto que muchos trabajadores en estos sectores recurren a estos empleos como mecanismo de supervivencia, una porción de estos microemprendimientos y pequeñas empresas tienen espacio para introducir estrategias y políticas que fomenten ganancias de productividad laboral.
Rodrik y Sandhu (2024) delinean una nueva política industrial centrada en los servicios no transables sobre cuatro pilares. Primero, trabajar con las empresas grandes, establecidas y relativamente productivas, para incentivarlas a aumentar su empleo, ya sea de manera directa o a través de sus cadenas de suministro locales. Por ejemplo, el Gobierno podría implementar colaboraciones con plataformas de servicios de delivery, que se popularizaron durante y después de la pandemia, y que emplean a una población mayoritariamente joven. El Gobierno puede ayudar a reclutar repartidores a través de ferias, del ajuste de la regulación y de la publicación de bases de datos de potenciales candidatos.
El segundo pilar es poner el foco en las empresas más pequeñas y buscar mejorar sus capacidades productivas mediante la provisión de insumos públicos específicos. Tales insumos podrían ser capacitación en gestión, préstamos o subsidios, formación de habilidades para los trabajadores, infraestructura específica o asistencia tecnológica. Dada la heterogeneidad de las empresas en este segmento, las políticas en este ámbito requieren un enfoque diferenciado según sea su tamaño. En este pilar, se hace explícito un mecanismo de selección de firmas con mayor potencial de crecimiento, pues la realidad es que no todas llegan a ser productivas y exitosas. Un área clave en esta línea de acción es el acceso a financiamiento para la creación y expansión de firmas innovadoras.
El tercer pilar es fomentar el uso de tecnología para complementar las habilidades de trabajadores poco calificados. Esta estrategia fundamental busca que los trabajadores con menor nivel educativo se apoyen en la tecnología para aumentar el espectro de las tareas que pueden desempeñar, de manera que puedan hacer algunos de los trabajos usualmente reservados a los profesionales más calificados. Esta línea de acción concibe la inteligencia artificial y la tecnología como mecanismos para empoderar a los trabajadores menos calificados. De este modo, la tecnología dejará de ser meramente una amenaza a sus empleos. En medicina, y en particular en la oferta de servicios de cuidado para adultos mayores, las herramientas digitales tienen un gran potencial para facilitar que los cuidadores con menos experiencia ofrezcan servicios más avanzados a sus pacientes.
El cuarto pilar aboga por la capacitación de trabajadores con menor nivel educativo, pero con un énfasis claro en ofrecer programas de asistencia a quienes buscan empleo, con el fin de mejorar su empleabilidad. Esto implica, a su vez, incrementar la probabilidad de retención en el empleo y promover un eventual ascenso (Carranza y McKenzie, 2024). Un buen ejemplo en esta línea es el programa “Jóvenes construyendo el futuro”, aplicado en Brasil, Colombia y El Salvador, y más recientemente, en México (Kleijn et al., 2017). El programa tiene tres componentes: alianzas con el sector privado; capacitación, apoyo para conseguir empleo y acompañamiento; y generación de evidencia de los impactos para poder llevar el programa a mayor escala y replicarlo en otros países.
El rol de los Gobiernos subnacionales es crucial en el diseño y ejecución de políticas industriales enfocadas en el sector servicios. Dado que muchas oportunidades de desarrollo y crecimiento económico están profundamente conectadas con las realidades locales, es esencial que las decisiones de focalización –identificación, selección de sectores y grupos a los que se dirigen las políticas– se tomen desde un enfoque territorial. En particular, una nueva política industrial enfocada en servicios como el turismo, la tecnología o los servicios profesionales, requiere de la promoción de clusters locales de innovación, el apoyo a las pymes y la implementación de estrategias para atraer inversiones que respondan a las demandas y particularidades de sus economías por parte, primordialmente, de los Gobiernos subnacionales. Además, son ellos quienes mejor pueden coordinar las alianzas entre el sector privado, la academia y la sociedad civil, fomentando el desarrollo de capital humano y la infraestructura adecuada.
Concebir la biodiversidad y los ecosistemas como fuente de riqueza
ALyC es una región excepcionalmente rica en términos de ecosistemas y biodiversidad. La región contiene 6 de los 17 países con mayor biodiversidad del mundo (México, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Brasil). Asimismo, la región alberga aproximadamente entre un 60 % y un 70 % de todas las especies conocidas, a pesar de representar solo alrededor del 16 % de la superficie terrestre global. Esto incluye más de la mitad de las especies de plantas, el 40 % de las especies de mamíferos, aves y anfibios, y el 30 % de las especies de reptiles (Brassiolo et al., 2023). Esta inmensa riqueza ofrece servicios ecosistémicos que contribuyen como fuente de protección y adaptación al cambio climático, a través de la moderación de eventos climáticos extremos y la regulación del clima local.
Los servicios ecosistémicos también determinan la actividad económica de nuestras naciones. La rica biodiversidad influye en la productividad agrícola y la diversidad de especies se vincula con el desarrollo de la industria pesquera o el sector turismo, y la disponibilidad de minerales (particularmente minerales críticos y tierras raras). Más allá de los beneficios económicos inmediatos, la biodiversidad en ALyC también representa una riqueza estratégica de largo plazo. En lugar de depender exclusivamente de la extracción de recursos naturales, como minerales o petróleo, la región tiene la oportunidad de transformar sus ecosistemas y especies en activos valiosos para industrias como la farmacéutica, la agroindustria y la biotecnología, sectores que podrían crecer exponencialmente con el apoyo de políticas adecuadas y la integración de tecnologías avanzadas. El turismo también se presenta como un sector clave con un enfoque sostenible de generación de riqueza basado en la diversidad (ver recuadro 5.2).
Gran parte del esfuerzo de crecimiento de América Latina va a estar conectado con el sector agrícola, que también tiene un vínculo muy importante con el sector de turismo. Nuestra agricultura es parte de la gran belleza topográfica que tiene la región. Los activos naturales de América Latina tienen que conjugarse para sacarle provecho a sus capacidades en el sector agrícola y agroindustrial, además de sus capacidades para atraer el turismo.
Con base en entrevista a Augusto de la Torre
La industria farmacéutica puede beneficiarse enormemente del vasto catálogo de especies vegetales y animales que habitan en ALyC. Las propiedades medicinales de muchas de ellas aún no han sido exploradas o cuentan con un incipiente desarrollo comercial. Al enfocarse en la investigación y el desarrollo sostenible de productos derivados de la biodiversidad, las farmacéuticas pueden descubrir nuevos medicamentos, tratamientos y terapias. El enfoque sostenible es crucial, ya que garantiza que estos recursos permanezcan disponibles a largo plazo, evitando la sobreexplotación y la degradación de los ecosistemas.
En el sector agroindustrial, la biodiversidad también ofrece un potencial enorme para el desarrollo de productos de alto valor comercial que pueden posicionar a ALyC en mercados especializados. Un ejemplo claro es el cacao, cuya diversidad genética en la región permite cultivar variedades únicas y de alta calidad, ideales para la producción de chocolates gourmet. Estas variedades especiales, que destacan por sus perfiles de sabor distintivos y complejidades aromáticas, pueden ser explotadas en nichos de mercado que valoran productos exclusivos y artesanales, lo que aumenta significativamente su valor comercial. Al desarrollar una oferta de productos agrícolas premium, la región puede generar mayores ingresos y establecer su reputación como líder en calidad y sostenibilidad.
Igualmente, la biodiversidad vegetal y animal de la región se puede aprovechar para innovar en productos alimenticios y agroindustriales. La creciente demanda mundial de alimentos orgánicos, saludables y sostenibles no está completamente satisfecha. Los productores pueden aprovechar variedades locales de frutas, hierbas y granos, no solo para mejorar la seguridad alimentaria, sino también para desarrollar alimentos funcionales, conocidos como superalimentos, con beneficios nutricionales específicos, los cuales son altamente demandados en los mercados internacionales. La clave, de nuevo, está en fomentar un enfoque de explotación sostenible, que permita conservar los recursos biológicos mientras se generan ingresos significativos para los productores y las economías locales.
La biotecnología, por su parte, puede aprovechar la biodiversidad para desarrollar soluciones innovadoras en una amplia gama de sectores, desde la agricultura hasta la energía. Tecnologías como la edición genética, la biofabricación y la síntesis biológica pueden transformar recursos naturales en productos sostenibles de alto valor, como biocombustibles, plásticos biodegradables y productos químicos más amigables con el ambiente. Además, el desarrollo de biotecnologías que promuevan la conservación de los ecosistemas y la rehabilitación de tierras degradadas generaría una sinergia entre la preservación de la biodiversidad y el crecimiento económico sostenible.
Un elemento muy importante del crecimiento de la productividad, de las capacidades productivas de las empresas ya organizadas como tales, es la innovación. Y la innovación, por un lado, en el sentido de adoptar mejores técnicas de producción, pero también, y sobre todo, en el sentido de inventar mejores productos y servicios que sean más deseables para las personas y que generen más valor agregado para la empresa, para la economía y para las personas que están vinculadas a esa empresa.
Con base en entrevista a Marcela Eslava
Recuadro 5.2 Turismo: fuente de crecimiento sostenible e inclusivo
ALyC responde a la creciente demanda de turismo de naturaleza y de valor cultural. En términos del aporte al PIB, el Caribe se destaca con un 26,8 %, significativamente por encima del promedio mundial del 8,9 % y del 7,9 % de América Latina. Respecto al empleo proveniente de este sector, el Caribe también sobresale con un 17,7 %, en comparación con el 10,5 % mundial y el 7,7 % de América Latina. El turismo también se ha constituido como un sector con alta participación de las mujeres, sobre todo en el caso del Caribe, en el que la participación laboral femenina es del 62,2 %. Por su lado, América Latina tiene un 54,7 % de mujeres en el sector, cifra similar al promedio mundial del 54 %. Además, el sector turismo también representa una puerta de entrada al mercado laboral para los jóvenes de la región. De hecho, el empleo juvenil en este sector es tan importante que es más alto en el Caribe (30 %) y América Latina (25 %) que en el resto del mundo (20 %) y, por otro lado, uno de cada tres jóvenes inicia su vida laboral en el sector turístico.
Existen tres ventajas estratégicas en el sector que están alineadas con los objetivos de crecer inclusiva y sosteniblemente. La primera, que los puestos de trabajo que genera el turismo son difícilmente reemplazables por tecnología (i. e., hotelería, restaurantes, guías turísticas, etc.) y tienden a incorporar mano de obra poco calificada (ver subsección 5.1.2 en este capítulo). La segunda, que es un recurso que no se agota en la medida en que sea gestionado sosteniblemente. Por último, las nuevas tendencias globales y la demanda de los consumidores exigen fomentar un nuevo modelo de turismo dentro del que se valora más la cultura y el intercambio con la población local, así como la responsabilidad ambiental.
En esta línea, la estrategia de CAF busca fomentar un modelo de turismo más verde, inclusivo, innovador, creativo y equipado con las nuevas tecnologías digitales. Este modelo exige, en primer lugar, inversiones en un sector ambientalmente responsable y bajo en carbono, resiliente y adaptado al cambio climático. También, la incorporación de una agenda de mitigación que logre la regeneración de ecosistemas y fomente la conservación de áreas protegidas.
En segundo lugar, el nuevo modelo debe fomentar un turismo con enfoque de género, tanto del lado de la oferta como de la demanda. También se deben tener más en cuenta las necesidades de personas con discapacidad e incluir un nuevo modelo de negocio que se apoye en las ventajas del turismo comunitario.
Los destinos y modalidades de turismo que se ofrecen deben, en tercer lugar, incorporar nuevos productos. La innovación del sector recae sobre la habilidad de la región para incorporar el uso de la tecnología y la digitalización, sobre todo para facilitar el acceso de más consumidores.
En cuarto lugar, fomentar productos turísticos creativos resulta clave para liderar la apuesta por el turismo cultural. En los últimos años, algunos grupos de consumidores han revelado sus preferencias por la gastronomía y la enología y, en el caso de las ciudades, la demanda de museos, teatros y centros culturales han reforzado la necesidad de hacer las inversiones necesarias en estas atracciones. Asimismo, una mayor valoración de la cultura indígena y afrolatina puede abrir aún mayores mercados basados en la herencia histórica de la región.
Finalmente, un sector turístico más equipado resulta clave para implementar varias de las líneas de acción delineadas anteriormente. Este equipamiento no se limita a inversiones en infraestructura, sobre todo resiliente y sostenible, sino que pasa también por una mayor conectividad y seguridad en los destinos.
[…] Volviendo al turismo, tenemos que mejorar el transporte en el Caribe. No disponemos de un buen sistema de transporte interregional. […] El problema con los viajes interregionales es que no hay suficientes vuelos disponibles y son muy caros […] Tampoco tenemos un servicio regional de ferris […] Necesitamos desarrollar la capacidad del Caribe en transporte, tanto aéreo como marítimo […] Podemos mejorar mucho nuestro producto turístico.
Con base en entrevista a Colm Imbert
El Caribe está luchando, como otras partes del mundo, con problemas relacionados con la proliferación del crimen. […] Hay una relación directa entre el crimen y el rendimiento económico […] Las personas no se van a sentir seguras para venir a visitar y gastar su dinero. Y así, la economía se paraliza.
Con base en entrevista a Karen-Mae Hill
En el contexto de la transición energética, ALyC posee importantes ventajas geográficas para el desarrollo de las energías limpias (ver gráfico 5.2). En particular, la geografía de la región brinda importantes ventajas comparativas para la generación de electricidad a partir de fuentes solares y eólicas (Allub et al., 2024). Así, por ejemplo, en la zona de la Puna (que abarca territorios de Argentina, Bolivia, Chile y Perú) se encuentra el área con el mayor potencial práctico de energía fotovoltaica del mundo. Usar fuentes de energía no convencionales a pequeña escala puede ser una forma costoefectiva de alcanzar regiones aisladas en la extensa geografía de nuestra región. Así las cosas, es de esperar que la participación de las energías renovables en la matriz eléctrica de la región aumente en los próximos años. Como se aborda en el capítulo 4, la energía solar y la energía eólica cobrarán roles aún más importantes en medio de un proceso acelerado de electrificación de la matriz energética total (ver gráfico 5.3).
Para que el mundo se descarbonice, va a necesitar electrificar todo lo que pueda, y hacer esa electricidad de manera limpia. Hay muchas áreas de producción que están involucradas en crear las cosas que permitirían que el mundo se descarbonice. Muchas de ellas requieren minerales críticos. América Latina es potencialmente rica en esos minerales. Bolivia es el país que tiene las reservas de litio más grandes del mundo; Chile y Argentina también tienen reservas de litio gigantescas. Las de cobre de América Latina también son enormes. Hay todo un rol que puede jugar la región en facilitar la descarbonización del mundo.
Con base en entrevista a Ricardo Hausmann
Gráfico 5.2 Generación de energía eléctrica limpia por región
Gráfico 5.3 Participación de energía solar y eólica en la matriz eléctrica total, escenario actual y compromisos anunciados para América Latina y el Caribe
La incorporación de aranceles y restricciones al comercio en virtud del contenido de carbono de bienes y servicios hará que el acceso a energías limpias sea una importante ventaja competitiva. Estas potenciales barreras comerciales podrían promover la localización de empresas en países con energía limpia, estable y barata (powershoring). Ya que la descarbonización también promoverá la conformación de cadenas de valor para atender la demanda de energía limpia, la región debe aprovechar sus ventajas comparativas para producir energía renovable y el acceso a minerales como el litio y el cobre para expandir su participación en CGV. Por ejemplo, según datos de Our World in Data (2023), para 2022, el 58 % de la electricidad en la región era generada a partir de fuentes limpias frente a un 36 % a nivel global.
La disponibilidad de energía renovable y barata es una condición necesaria pero no suficiente para convencer a las empresas de operar en la región. Se requiere también de entornos empresariales confiables y atractivos, que contribuyan a la consolidación de inversiones productivas (Allub et al., 2024). La buena noticia es que existen algunos avances. Un ejemplo es México, que, además, tiene la ventaja de su cercanía con Estados Unidos (nearshoring), para el caso de los sectores automotor y electrónico. Asimismo, Chile se ha convertido en un destino para empresas en sectores como la minería de cobre y las tecnologías verdes, y Brasil, para empresas tecnológicas y agrícolas.
Ampliar el potencial de posicionamiento en cadenas globales de valor (CGV)
La política comercial está influenciada actualmente por factores geopolíticos (por ejemplo, la imposición de aranceles a productos chinos por parte de Estados Unidos, el cierre de fronteras por conflictos bélicos o el uso de esquemas de sanciones) que terminan condicionando el comercio global y la conformación de CGV. La rivalidad entre China y Estados Unidos no da señales de amainar a corto plazo. Adicionalmente, el surgimiento y prevalencia de otros conflictos bélicos en Europa y Medio Oriente llevan a que se promueva la ubicación de empresas en países percibidos como aliados y/o menos propensos a ser parte de las confrontaciones. Al ser una región de bajo riesgo bélico, ALyC se puede posicionar como proveedor confiable de insumos.
En los últimos años, Estados Unidos, China y Europa han implementado diversas prohibiciones, restricciones y requisitos de licencias de exportación e importación, en una etapa histórica en donde muchas de estas medidas surgen de motivaciones de posicionamiento geopolítico. Si bien algunos países de ALyC con contextos internos complejos se han visto afectados4, en general, la región ha sido una de las menos expuestas a la imposición de estas medidas (Estevadeordal et al., 2024).
A lo largo del tiempo, nuestra apertura comercial ha sido sumamente limitada, comparada con otras regiones. Tales niveles de apertura son particularmente bajos para los países de América del Sur (Drakopoulos, 2024). Actualmente, la región presenta limitados avances en cuanto a su inserción en las cadenas globales de valor. El gráfico 5.4 muestra que, salvo México, el valor agregado extranjero sobre el valor agregado exportado total de las economías de ALyC es muy bajo. Si bien algunos países presentan una importante participación de insumos (p. ej., Uruguay, El Salvador y Paraguay), su nivel de integración con el exterior es todavía muy bajo. Relativo a Asia o Europa, ALyC tiene menores niveles de participación en conexiones backward o forward, es decir, entre el sector productivo y sus proveedores, y el sector productivo y sus consumidores, pero, además, muestra mayor debilidad en el desarrollo de cadenas globales dentro de la región (Estevadeordal et al., 2024).
El otro elemento muy importante del comercio internacional, que tiene que ver con los insumos, es el desarrollo cada vez más profundo de las cadenas globales de valor. El que yo pueda producir un insumo aquí que alguien más va a utilizar, o un pedazo de un bien que luego alguien más ensambla o complementa en otro lado para que finalmente se construya en una tercera geografía del mundo es un canal potencial de crecimiento, que ha venido ampliándose exponencialmente en el mundo, y en el que América Latina todavía tiene mucho espacio para insertarse y aprovechar mejor esas ganancias.
Con base en entrevista a Marcela Eslava
Gráfico 5.4 Participación de ALyC en cadenas globales de valor
Para que ALyC aproveche los actuales cambios geopolíticos, los Gobiernos de la región tienen que invertir en mejoras sustanciales de sus niveles de facilitación del comercio, que se mantienen muy por debajo que los de regiones más avanzadas (ver gráfico 5.5). Los índices de facilitación del comercio en ALyC suelen mostrar un rendimiento desigual, con algunos países avanzando en la simplificación de procedimientos aduaneros y la digitalización, mientras que otros enfrentan desafíos significativos en infraestructura y regulación. Esta variabilidad implica que, mientras algunas economías están mejorando su competitividad global y atrayendo más inversiones, otras corren el riesgo de quedar rezagadas, limitando su capacidad para integrarse plenamente en las cadenas de valor internacionales y aprovechar los beneficios del comercio global.
Al imponer requisitos más rigurosos en cuanto a sostenibilidad, calidad y trazabilidad, los mercados globales les están marcando la pauta a las empresas de ALyC para adaptarse a ellos, incorporando prácticas que mejoren la competitividad de sus bienes y servicios. Para esto es clave que tanto el sector público como el privado inviertan en infraestructura técnica, desarrollo de capacidades y mejoras en gobernanza que faciliten la adopción de estos estándares. Además de abrir nuevas oportunidades de mercado, las certificaciones vinculadas a prácticas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) permiten que los productos latinoamericanos, como los agroindustriales, puedan destacar en segmentos premium, contribuyendo a una mayor diversificación y sofisticación productiva.
Gráfico 5.5 Índice de facilitación del comercio
Asimismo, es fundamental contar con marcos jurídicos transparentes y estables para atraer la inversión extranjera directa. También es importante mejorar los marcos jurídicos específicos que faciliten la lucha contra la corrupción y el lavado de activos, lo cual contribuye a mitigar el riesgo asociado a interactuar con socios, proveedores o jurisdicciones sancionadas. Alinear las políticas domésticas con los estándares ambientales y tecnológicos de socios comerciales estratégicos, tales como Europa y EE. UU., puede posicionar a los países de la región como socios atractivos de cara a las nuevas condiciones de política industrial en las economías avanzadas. Será fundamental llevar a cabo, en general, esfuerzos diplomáticos para promocionar a ALyC como una región atractiva para el capital internacional.
En este contexto, la transición energética ofrece nuevas oportunidades de inserción en las CGV para la región. Por un lado, las tecnologías que aparecerán o se consolidarán, y que serán indispensables para esta transformación, demandan minerales críticos que se encuentran de forma abundante en la región (ver gráfico 5.6). Los paneles solares fotovoltaicos, las redes de electricidad y la energía eólica, por ejemplo, demandarán cobre en grandes cantidades. En el caso de los vehículos eléctricos y las baterías habrá una gran demanda no solo de cobre, sino también de cobalto, níquel, tierras raras y litio (Allub et al., 2024). Por otra parte, algunos países como Argentina, Venezuela o Brasil cuentan con amplias reservas de gas natural. La construcción de plantas de licuefacción podría permitir una inserción diferencial de los países de la región como exportadores de energía. Además, la región cuenta con la oportunidad de consolidarse a mediano plazo como productora y, eventualmente, exportadora de hidrógeno de bajas emisiones.
También tiene un gran potencial para posicionarse en las cadenas globales de valor mediante la expansión de servicios transables como los financieros, de tecnología de la información y de consultoría empresarial. Tales servicios, que pueden ser exportados sin requerir la presencia física del proveedor, ofrecen una oportunidad para que la región diversifique su base exportadora y reduzca su dependencia de las materias primas. Países como Costa Rica y Uruguay han demostrado que con las políticas adecuadas es posible crear ecosistemas competitivos que atraigan inversiones extranjeras en sectores de alto valor añadido, especialmente en tecnología y servicios compartidos.
La creciente fuerza laboral capacitada, particularmente en sectores como la tecnología y la innovación digital, constituye otra de las ventajas de ALyC para ofrecer servicios transables en áreas de alto valor. En muchos países, el creciente acceso a educación superior y la proliferación de centros tecnológicos han producido una base de profesionales jóvenes y talentosos. Empresas multinacionales han empezado a poner sus ojos en ciudades como Bogotá, Buenos Aires o Monterrey para que sean hubs tecnológicos emergentes en el desarrollo y exportación de servicios de software, diseño y análisis de datos. Esto permite a ALyC capturar una mayor porción del valor agregado generado por estos sectores dinámicos.
Otras áreas como el desarrollo de las fintech (ver capítulo 2 y recuadro 5.3), la tercerización de procesos empresariales (BPO), la inteligencia artificial y el análisis de big data le ofrecen también a la región la oportunidad de especializarse. Para posicionarse como un proveedor competitivo de servicios altamente calificados a nivel global, ALyC requiere la integración de nuevas tecnologías y la modernización de sus marcos regulatorios. Esto le permitirá atraer inversiones y generar empleos de calidad, al mismo tiempo que mejora su inserción en las cadenas globales de valor.
Gráfico 5.6 Participación a nivel global de ALyC en la producción y reservas de minerales críticos (2022)
A. Producción de minerales críticos
B. Reservas de minerales críticos
Recuadro 5.3 Las empresas fintech en ALyC
El ecosistema fintech de ALyC está creciendo rápidamente. Hoy existen empresas que han logrado transformar los servicios financieros en la región y proyectarse internacionalmente. Un ejemplo destacado y ampliamente conocido es Mercado Libre, constituida hoy como una de las mayores compañías de comercio electrónico en la región, que ha desarrollado Mercado Pago, su propia plataforma de pagos digitales. Mercado Pago ha sido fundamental para la inclusión financiera de millones de personas y tiene un enorme potencial para integrarse en cadenas globales de valor al facilitar pagos transfronterizos y soluciones financieras, tanto para los consumidores como para los pequeños y medianos negocios.
Otro ejemplo es Nubank, convertida en una de las fintech más grandes del mundo, que nació en Brasil y ha expandido su presencia en mercados como México y Colombia. Nubank ha logrado democratizar el acceso al crédito y a servicios bancarios, desafiando a la banca tradicional con su enfoque digital. Esta empresa ha demostrado que las fintech pueden escalar rápidamente y competir en mercados internacionales, al tiempo que aprovechan las características comunes de las economías emergentes, donde la digitalización financiera y la inclusión son necesidades urgentes.
Clip en México, especializada en soluciones de pagos móviles y terminales en punto de venta, y Ualá en Argentina, una plataforma que ofrece tarjetas prepagadas y servicios financieros a través de una app, son otros ejemplos de fintech de ALyC que están creciendo y captando inversión internacional. Clip ha sido clave en la digitalización de pagos para pequeños comercios en México, y su tecnología es altamente exportable a otros mercados emergentes. Ualá, con presencia en México y Argentina, ha seguido la misma senda, expandiéndose y facilitando la inclusión financiera a través de la tecnología.
Por su naturaleza, estas empresas son innovadoras en sus soluciones y tienen el potencial de integrarse en cadenas globales de valor al facilitar transacciones rápidas y seguras, aprovechando tecnologías como blockchain e inteligencia artificial para optimizar procesos financieros. Estas capacidades las hacen atractivas para colaborar con grandes actores internacionales en sectores como el comercio, la logística y la banca global, además de permitirles adaptarse a los marcos regulatorios de diversos países y expandir su alcance más allá de la región.