Introducción
En el corazón del desarrollo regional se encuentra el objetivo crucial de garantizar la inclusión social, entendida principalmente como la participación plena de las comunidades en la vida económica de la sociedad. El cumplimiento cabal de este principio aseguraría que todas las personas y grupos sociales accedieran a las mismas oportunidades para prosperar, lo que reduciría las disparidades socioeconómicas. Sin embargo, este objetivo ha sido esquivo en la región y sigue siendo una meta difícil de alcanzar.
Durante las últimas tres décadas, América Latina y el Caribe logró avances significativos en mejorar las condiciones de vida y la equidad socioeconómica. No obstante, el camino recorrido hacia la erradicación total de la pobreza y la disminución profunda de la desigualdad sigue siendo incompleto. En los últimos años, de hecho, este proceso parece haberse ralentizado e, incluso, estancado en algunos países. Aproximadamente, el 30 % de los latinoamericanos y caribeños aún viven en condiciones de pobreza según datos de CEPAL (CEPALSTAT, 2024)1. Además, América Latina y el Caribe todavía se posiciona como una de las regiones con mayor desigualdad, tanto de ingresos como en riqueza, del mundo2.
Abordar las causas estructurales subyacentes es esencial para superar los obstáculos que limitan la inclusión social de amplios sectores de la población en América Latina y el Caribe. Identificar las posibilidades de inclusión pasa por entender el complejo entramado de oportunidades que deberían estar presentes a lo largo del curso de vida de las personas. En la infancia y la adolescencia, es crucial garantizar la formación del capital humano a partir de la educación y la formación para el trabajo; en la adultez, facilitar el acceso a empleos de calidad y la posibilidad de ahorrar y acumular activos clave; y en la vejez, garantizar el bienestar y la autonomía a través de una protección adecuada de ingresos, salud y cuidado.
Un pilar de las políticas de inclusión debe ser la garantía de igualdad de oportunidades. No obstante, dado que en la región persisten numerosas barreras que limitan esta igualdad y contribuyen significativamente a las brechas socioeconómicas en distintas dimensiones del bienestar, las políticas redistributivas ex post continúan desempeñando un papel crucial. Este enfoque dual, que combina la promoción de oportunidades con las medidas redistributivas, es esencial para combatir tanto las causas como las consecuencias de la pobreza y la desigualdad en América Latina y el Caribe.
Este capítulo se enfoca en áreas clave de intervención en la región, tomando en cuenta la amplitud de las brechas socioeconómicas y su potencial de impacto y beneficio social. Las políticas deben abordar las principales barreras que enfrentan las personas y los hogares más desfavorecidos, como las restricciones financieras, la falta de aseguramiento y el acceso limitado a servicios públicos de calidad. Existen barreras de otra naturaleza, como la falta de conocimiento e información, las normas sociales, la discriminación y las fricciones espaciales que también deben ser atendidas. El diseño de las políticas de inclusión se enfrenta, a su vez, a nuevos desafíos derivados de macrotendencias como los cambios tecnológicos, demográficos y climáticos. Estas transformaciones traen consigo nuevas problemáticas, como la presión fiscal sobre los sistemas de pensiones, de salud y de cuidados de la vejez, la amenaza a la empleabilidad y los riesgos climáticos que afectan de manera desproporcionada a los grupos más vulnerables. Pero también ofrecen oportunidades, como el acceso a nuevas tecnologías para la inclusión financiera. La capacidad de adaptación y la planificación a largo plazo serán claves para mantener efectivos los avances en inclusión social.
Cuando pensamos en el medioambiente, creo que América Latina ha pecado de ser un poco extremista en sus preocupaciones por la protección. Hay un creciente movimiento antiminería: ya vimos lo que pasó recientemente en Panamá, estamos viendo la imposibilidad de desarrollos mineros en Colombia, en Perú, en Chile. Yo le quiero decir a América Latina que no podemos salvar la atmósfera sin arañar la tierra y tenemos en eso una gran dificultad en balancear la protección global del ambiente con la protección local.
Con base en entrevista a Ricardo Hausmann