La competencia como motor de la innovación y de la productividad

La competencia en los mercados de bienes y servicios es determinante para la productividad agregada al influir tanto en la eficiencia asignativa de la economía como en la eficiencia interna de las empresas. La falta de competencia conduce a una asignación ineficiente de los factores de producción. En primer lugar, barreras a la competencia permiten que empresas poco productivas sobrevivan e, incluso, prosperen, mientras que las más productivas no necesariamente desarrollan todo su potencial.

En segundo lugar, en industrias donde la entrada de nuevas empresas está restringida, el rol del proceso de selección en la dinámica de empresas se desvirtúa, reduciendo la posibilidad de que nuevas firmas de mayor productividad reemplacen a otras salientes y menos productivas, que no podrían sobrevivir en ambientes de mayor competencia.

Por otro lado, la falta de competencia también afecta la productividad de las empresas de forma directa. Al enfrentar menos presión competitiva, las empresas tienen menos incentivos para innovar y mejorar sus procesos y prácticas gerenciales. Asimismo, un alto poder de mercado puede conducir a prácticas laborales más restrictivas, que tienden a reducir la eficiencia y el esfuerzo de los trabajadores (Álvarez et al., 2018). 

El RED 2018 (Álvarez et al., 2018) muestra que ALyC presenta bajos niveles de competencia, especialmente en el sector servicios, que se traduce en márgenes de precios altos comparados con otras regiones y, en particular, con los países de mayores ingresos. En un reporte reciente del Banco Mundial, Maloney et al. (2024) encuentran que los mercados en ALyC se caracterizan por un alto nivel de concentración y poder de mercado, con la presencia de unas pocas empresas gigantes dominantes.

El gráfico 2.17 confirma esos hallazgos. Ahí se muestra un índice de grado de dominio de mercado donde se aprecia que, según la opinión de ejecutivos de negocios en cada uno de los países, los niveles de competencia en los de ALyC está por debajo de los observados en los de la OCDE.

Gráfico 2.17 Índice de grado de dominio del mercado

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Nota: Este índice proviene de la pregunta de la encuesta “En su país, ¿cómo caracteriza usted la actividad empresarial? [1 = dominado por unos pocos grupos empresariales; 7 = distribución entre muchas empresas]. Promedio ponderado 2018-2019 o período más reciente disponible. El promedio OCDE excluye los países de ALyC que pertenecen a la organización.

Es saludable proteger la competencia

Si bien en los últimos 20 años ha habido avances importantes con “la promulgación de numerosas nuevas leyes de competencia, de modificaciones de las existentes y del establecimiento de un importante número de autoridades de competencia”1, la región sigue mostrando un rezago en esta materia respecto a los países más desarrollados. Aunque algunos países han adoptado políticas de competencia alineadas con las buenas prácticas, persisten deficiencias en la aplicación y cumplimiento de las leyes, así como en la capacidad institucional para promover un entorno más competitivo (Álvarez et al., 2018). 

Asimismo, las políticas de competencia son todavía jóvenes y débiles en muchos países de la región, gracias, en parte, al poder y la influencia que ejercen las grandes compañías. En general, las agencias de competencia tienen insuficiente personal y presupuesto en comparación con sus pares en países de la OCDE. Esto se refleja en menos investigaciones de oficio por conductas anticompetitivas (Maloney et al., 2024; OCDE, 2022).

Para fortalecer los marcos normativos de defensa de la competencia y de las agencias correspondientes es necesario implementar un conjunto de medidas que aborden las deficiencias identificadas. Estas medidas deben enfocarse, ante todo, en mejorar las capacidades institucionales. Esto implica dotar a las agencias de mayor autonomía y recursos para que puedan investigar y sancionar conductas anticompetitivas de manera efectiva. Esto incluye mejorar los sistemas de recopilación y análisis de información, así como la capacitación del personal.

Por otro lado, se debe mejorar la aplicación y el cumplimiento de las leyes. Esto implica asegurar que las leyes de competencia se apliquen de manera imparcial y eficiente, con sanciones disuasorias para las empresas que incumplan las normas. También es crucial promover la conciencia sobre la importancia de la competencia y facilitar la denuncia de prácticas anticompetitivas por parte de los consumidores.

La apertura comercial

Otra política que destaca el RED 2018 (Álvarez et al., 2018) para promover la competencia es la apertura comercial. Allí se muestra que “a pesar de los avances que indudablemente ha mostrado América Latina en las últimas décadas en materia de apertura comercial, la región sigue estando relativamente cerrada a la competencia internacional en comparación con los países más desarrollados” (p. 122). Como muestra el gráfico 2.18, la región tiene altos aranceles en comparación con otras regiones. Por ejemplo, ALyC tiene una tasa de arancel efectiva promedio de casi el 7 %, mientras que los países más desarrollados la tienen alrededor del 3 % o, incluso, más bajas, como es el caso de la Unión Europea. Asimismo, ALyC tiene aranceles similares a los de otras economías en desarrollo y mucho menores que los observados en los países y regiones de menores ingresos. 

Gráfico 2.18 Aranceles efectivos promedio (%), 2022

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Nota: Estos valores se refieren al promedio simple de las tasas de aranceles efectivamente aplicados (AHS).

Fuente: WITS (2022).

Dentro de la región, sin embargo, existe una gran heterogeneidad. Por un lado, se encuentran Perú y un grupo de países centroamericanos como Honduras, Costa Rica, Nicaragua y El Salvador con aranceles bajos, a niveles similares a los observados en países más desarrollados. Por otro lado, hay un grupo de países con altísimas barreras arancelarias, como los del Mercosur y algunos del Caribe.

Asimismo, como se menciona en el RED 2021 (Sanguinetti et al., 2021), las barreras no arancelarias existentes en la región “pueden representar importantes restricciones al comercio y en varios casos ser comparables en magnitud o aún más altas que las barreras tarifarias” (p. 49). El RED 2018 (Álvarez et al., 2018) sugiere que estas barreras han sido utilizadas como sustituto de los aranceles en el diseño de la política comercial en la región en un contexto de caída continuada de los aranceles desde la década de 1990. 

Las barreras al comercio en ALyC se reflejan en el relativamente bajo volumen de comercio internacional con respecto al tamaño de la economía. En el gráfico 2.19 se muestra que el comercio total de la región representa alrededor del 50 % del PIB, por debajo de la mayoría de las otras regiones del mundo y los países más desarrollados, entre los que destaca la Unión Europea, donde este indicador alcanza el 94 %. Incluso los países menos desarrollados, la mayoría de los cuales se encuentran en África Subsahariana, tienen niveles de comercio superiores. 

Nuevamente, existe una gran variabilidad dentro de la región. En particular, economías pequeñas como las del Caribe y de Centroamérica tienen unos niveles de apertura comercial que tienden a ser más elevados, como es de esperarse en este tipo de economías, a la vez que las más grandes, como Argentina, Brasil y Colombia, tienen niveles de comercio significativamente más bajos. El caso de México es excepcional en este sentido por su relación con Estados Unidos, a donde dirige alrededor del 80 % de sus exportaciones y de donde provienen casi la mitad de sus importaciones.

Gráfico 2.19 Comercio como porcentaje del PIB, promedio 2018-2023

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Nota: Este indicador se refiere a importaciones más exportaciones como porcentaje del PIB.

Estos bajos niveles de apertura comercial en la región se traducen, a su vez, en una baja integración regional. Los países no solo comercian relativamente poco con el resto del mundo sino también entre ellos mismos. Como se observa en el panel A del gráfico 2.20, ALyC es una de las regiones con menor participación intrarregional de sus importaciones y exportaciones, ambas representando alrededor del 15 % del total. En el caso de las exportaciones, ALyC solo se encuentra por encima de Asia meridional (o del Sur)2, cuyas exportaciones intrarregionales solo representan el 7 % del total y, prácticamente, al mismo nivel que el Medio Oriente y Norte de África. En general, ALyC se encuentra muy lejos de los valores de comercio intrarregional de Europa y Asia Central, y Asia Oriental y Pacífico. 

La falta de integración regional también se aprecia en el nivel de aranceles que se aplican a las importaciones intrarregionales. En el panel B, se muestra que los aranceles efectivos a las importaciones intrarregionales no solo son más elevados que los aranceles efectivos totales en ALyC, sino que también son los segundos más altos entre las regiones allí incluidas.

Gráfico 2.20 Comercio intrarregional, 2022

A. Comercio intrarregional, % total

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B. Aranceles totales e intrarregionales, 2022

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El tema de comercio internacional, del desarrollo del sector transable, no solo de exportaciones que encuentran nichos de calidad en el mundo sino también de sustituciones eficientes de importaciones, es un proceso muy importante. Yo soy un convencido de que en ese sentido, la estructura importa para el crecimiento. Hay algunos economistas que piensan que lo único que importa es ser productivo en cualquier cosa que uno produce, pero yo tiendo a pensar que no solo es ser productivo y eficiente sino tender a producir más, orientarse hacia la demanda externa, hacia el sector transable. Esa estructura me parece a mí que ofrece una gama más amplia para crecer con base al aprendizaje, al desarrollo y la adopción tecnológica.

Con base en entrevista a Augusto de la Torre

El comercio internacional es un aliado importante de la mejor capacidad productiva, y lo es por al menos dos canales que además la literatura ha mostrado que se manifiestan en América Latina y lo ha mostrado a partir de los distintos episodios de liberalización del comercio. Un primer elemento es la presión competitiva.

Con base en entrevista a Marcela Eslava

Para promover una mayor apertura comercial, los países de la región deben, en primer lugar, reducir o remover las barreras arancelarias y no arancelarias. Los países con altos aranceles, como los del Mercosur, deberían considerar una reducción paulatina de estos hasta alcanzar niveles similares a los de países con menores gravámenes de importación. En segundo lugar, se requieren mejoras de los sistemas logísticos y la simplificación de los procesos y trámites aduaneros, evitando mayores restricciones y costos del comercio. Por último, es necesario impulsar la integración regional, para lo cual es clave también mejorar la infraestructura de transporte, especialmente terrestre3.